Jean Prouvé (París, 1901 – Nancy, 1984) es considerado por muchos como el “gurú del midcentury francés”. En 1924 terminó su formación como artesano del metal y desde entonces, formó parte de la generación de creadores “optimistas” que apostaron por el desarrollo científico y tecnológico como la solución a los problemas del mundo moderno, así lo pondría en manifiesto al suscribirse como miembro de la Unión de Artistas Modernos (“Nos gusta la lógica, el equilibrio y la pureza”) por invitación de Le Corbusier. Prouvé, además venía de una familia de artistas. Su padre Victor Prouvé fue un pintor, escultor y grabador miembro de École de Nancy, movimiento artístico variado del Art Nouveau, el cual intentaba unir arte e industria y hacerlo accesible a las masas.

En 1931, Prouvé entró en contacto con el movimiento moderno o modernismo y comenzó la investigación arquitectónica que lo convertiría en pionero del concepto prefabricado. A finales de la década del treinta, Prouvé diseñó la casa de fin de semana BLPS, un prototipo de vivienda desmontable que ideó para ser armada por el propio usuario y que se reducía al mínimo para poder transportarla con facilidad al lugar de vacaciones. Este diseño daría paso, con el estallido de la II Guerra Mundial, a su utilización y reconversión en barracones militares.

Al terminar la guerra, el gobierno francés le encargó un proyecto de casas en serie para refugiados. Con este fin desarrolló la producción de casas prefabricadas y mobiliario. Inventó nuevos sistemas de construcción, incentivando el montaje in situ de piezas fabricadas previamente en el taller, contrario a la forma tradicional. Su objetivo era hacer alojamientos de calidad y muebles concebidos para equipamientos colectivos sin perder su carácter de vanguardia. Para Prouvé no había ninguna diferencia entre la construcción de un mueble y de una casa, él pensaba que la industrialización sólo era posible con un reducido número de componentes.

Fundó en la ciudad de Maxeville, en 1947, su propia fábrica en la cual produjo algunos de sus muebles más emblemáticos: las mesas Guéridon (1949), Compás y Granito (1950), la silla Antony (1954), el cabinet Bahut (1951) y el mobiliario para las oficinas de Air France en Brazzaville. También pudo producir masivamente algunas de sus obras más tempranas: la silla Standard (1934), la Cité (1930) o la estantería Rayonnage (1936), tecnología aeronáutica con aspecto artesanal. En la fábrica de Maxeville puso al servicio de la arquitectura y el diseño cuatro valores fundamentales que se extendieron a lo largo de todo su trabajo: economía, funcionalidad, resistencia y comodidad. En 1953, por disputas con los accionistas cerró la fábrica y desde entonces se dedicó a explorar la arquitectura nómada, así como a trabajar como consultor y profesor.

Utilizando sus innovadoras técnicas y métodos construyó la Casa Tropique (1949), la Casa Métropole (1950) y la Casa Coque (1951) que, como novedad, se ensamblaba a partir de paneles de cubierta curvos con sus soportes metálicos. Prouvé siempre proyectaba las casas junto con su mobiliario correspondiente para crear una sinergia entre comodidad y funcionalidad.

Entre sus colaboraciones más significativas para la arquitectura moderna está el sistema de Fachadas Ligeras que creó en 1957, el cual fue el resultado de estudios previos y cuyo elemento principal es la aireación y la fácil aclimatación de estas fachadas, logrando resolver los problemas de aislamiento acústico y térmico. De la misma manera, en 1960 desarrolló dos importantes sistemas de fabricación: el techo reticular de superficie variable, que se adapta a todo tipo de reconstrucción, y el Tabouret, un sistema que pone en obra dos elementos: un poste y una viga.

Su propia casa, la Maison du Coteau (1954) en Nancy, es considerada una obra emblemática de la arquitectura contemporánea, la misma se construyó con elementos recuperados (“elle est faite de bric et de broc”) decía el propio Prouvé, refiriéndose a que estaba hecha con lo que había encontrado de la fábrica de Maxeville. Durante esta época también construyó el Pabellón del Centenario del Aluminio, instalado en el Quai d’Orsay de París, totalmente desmontable, y que algunos consideran su obra maestra.

Otra de sus obras emblemáticas es la Casa Les Jours Meilleurs (1956), un proyecto que realizó por petición del gobierno ante las masivas muertes de personas en situación de calle durante el invierno de 1954 en Francia. Prouvé ideó una casa de aproximadamente 50 m2 fabricada industrialmente y montada in situ, equivalente a un apartamento de dos recámaras. Lamentablemente el modelo no recibió la homologación técnica requerida, lo que impidió su producción industrial y solo se fabricaron cinco unidades. En ese mismo periodo diseñó casas para las colonias en el desierto (Casa Sahara, 1958) y participó en la construcción de la Freie Universität de Berlín (1963-1971).

No hay duda que Jean Prouvé es un pionero de la producción de mobiliario y vivienda del siglo XX, colaboró con grandes arquitectos de su época e instauró nuevas prácticas que se convirtieron en un estándar de la industria hasta hoy día. Es indiscutible que fue Prouvé quien introdujo el concepto de sostenibilidad y diseño social en sus viviendas, permeando para siempre la historia del diseño y la construcción.

“Tengo la impresión de que mi padre no se consideraba un artista. Siempre nos repetía: no soy ingeniero, ni arquitecto, soy un hombre que trabaja en una fábrica”, comentó Catherine Prouvé en una entrevista sobre la obra de su padre para la marca de mobiliario Vitra, quienes hoy día continúan produciendo los emblemáticos muebles de Prouvé que revolucionaron la estética posguerra gracias a su inusual mezcla entre lo industrial y lo artesanal.